Recientemente ha circulado un vídeo estremecedor en el que se ve a los líderes de las bandas deambulando libremente por las calles de Mirebalais. Este espectáculo plantea cuestiones cruciales sobre la competencia y la moralidad de nuestros dirigentes.
El Primer Ministro, el Consejo de Ministros y los jefes de la Policía Nacional Haitiana (PNH) parecen haber fracasado en la protección de la población, dejando en entredicho su integridad.
Son cómplices de un sistema que está corrompiendo nuestra sociedad.
La inacción ante las tragedias de Mirebalais contrasta con la compasión expresada por el Primer Ministro por las víctimas de un incidente en la República Dominicana.
Esta elección de dar prioridad a un acontecimiento en el extranjero en detrimento de nuestro pueblo es un insulto.
Es hora de exigir un cambio y pedir cuentas a nuestros dirigentes.
Nuestro país se merece algo mejor que unos dirigentes indiferentes al sufrimiento de su pueblo.
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